La Gastronomía en el día de los muertos

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En este mundo matraca, nadie de morir se escapa… La muerte está tan segura de alcanzarnos, que nos da toda una vida de ventaja … Como te ves me vi, como me ves te verás… Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra…

 

Calaveritas de azucar
Calaveritas de azucar

 

El Día de los Muertos en México, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, emerge como una celebración arraigada y profundamente significativa, marcando los días 1 y 2 de noviembre con una amalgama de tradiciones que entrelazan la veneración a los difuntos, fusionando elementos indígenas y católicos en una danza cultural en constante evolución.

Este evento va mucho más allá de una simple festividad; es un tributo a aquellos que se han despedido de este mundo y una invitación para que retornen, para ser agasajados por sus seres queridos.

 

Pan de Muertos
Pan de Muertos

 

Entre las múltiples prácticas que conforman esta festividad, sobresale la creación de altares de muertos. Estos altares, con su riqueza simbólica, albergan elementos constantes, y otros gastronómicos, como el tradicional pan de muerto, y comidas y bebidas que solían deleitar a los difuntos en vida.

En el centro de esta ofrenda se encuentra el pan de muerto, un manjar emblemático decorado con líneas que cruzan como los vientos cardinales o las divinidades aztecas.

 

Pan de Muertos
Pan de Muertos

 

Hoy en día, el pan de muerto se diversifica en formas y sabores de una región a otra. En Aguascalientes, se presenta en formas redondas, ovaladas, individuales o familiares de variados tamaños. En Guanajuato, se moldean en figuras animales, incluyendo conejos, mulas y borregos.

En Michoacán, surge el «pan de ofrenda«, con su amplia variedad de formas y decoraciones, que incluyen vírgenes, conejos y campesinos. Oaxaca ofrece «regañadas», panes hojaldrados en forma de «ánimas», así como pan de yema de huevo con o sin ajonjolí.

En Puebla, los «Golletes» se presentan como roscas decoradas con colores, mientras que el «sequillo» es un mamón seco de color amarillo. En la Ciudad de México, en Mixquic, se hornean «despeinadas» y panes en forma de mariposa en honor a las niñas difuntas.

 

dulce de calabaza
dulce de calabaza

 

La calabaza en tacha, o dulce de calabaza, emerge como un postre presentado con esplendor en platos de barro. Este manjar, preparado con la robusta calabaza de Castilla y perfumado con piloncillo, canela y guayaba, nos sumerge en la esencia pura de la tradición.

Otros de los productos gastronómicos representativos de estas fechas son las calaveritas de dulce, las cuales se hacen de azúcar, amaranto o chocolate y se emplean como decoraciones en altares y ofrendas. Tienen un doble propósito: honrar a los seres queridos difuntos incluyendo sus nombres en las ofrendas, y regalarlas a personas vivas como un recordatorio de la inevitabilidad de la muerte y la importancia de mantener un espacio para ellos en el inframundo.

 

Tamales
Tamales

 

Los tamales, en sus múltiples encarnaciones, ocupan un lugar central en la mesa del Día de los Muertos. Ya sean dulces, salados o picantes, estos tesoros de maíz, rellenos de rajas, frijoles, chiles, pollo o mole, se envuelven en hojas vegetales, añadiendo una dimensión culinaria que añade una profundidad única a esta festividad.

 

Atole
Atole

 

El atole, néctar de maíz, se endulza con piloncillo, canela, miel o azúcar. Los sabores se multiplican en cada región, contribuyendo con una nota inigualable al banquete espiritual.

 

Mole México
Mole

 

El mole, con su regia y diversa preparación, engalana la ofrenda con su maravilloso color y sabor. Ingredientes como cacao, una variedad de chiles, almendras, pasas y perejil se combinan en una danza culinaria, acompañada por ese toque de ajonjolí que despierta los sentidos.

El chocolate caliente y el champurrado, como torrentes de cacao líquido, abrazan el corazón del Día de los Muertos. Con recetas transmitidas de generación en generación, se sirven junto al pan de muerto, como un abrazo cálido que reconforta el alma.

Las frutas de temporada, desde las coloridas manzanas hasta las jugosas jícamas, se disponen en la ofrenda. Aportan frescura y vitalidad, nutriendo a los seres queridos que regresan del más allá.

 


Arroz con leche

 

El arroz con leche, con su fragancia a canela, se une a la fiesta. Este postre, elaborado con arroz cocido, leche, azúcar y pasas, se presenta en platos decorados con amor y devoción.

 

Dulce de Tejocote
Dulce de Tejocote

 

El dulce de tejocote se presenta con su mejor vestimenta en el Día de los Muertos. Aunque la receta sea sencilla, su sabor se destaca, subrayando su origen 100% mexicano.

 

Cafe de Olla
Cafe de Olla

 

El café mexicano de olla, con su aroma inconfundible, se sirve en jarritos de barro. Una bebida que reconforta el espíritu, endulzada con piloncillo y aromatizada con canela.

 

Mucbipollo
Mucbipollo

 

Por último, el mucbipollo, también conocido como pib, se prepara con una mezcla de pollo, puerco, pimienta molida, epazote, ajo asado, tomate y manteca, envuelto en masa y cocido bajo tierra. Esta delicia, digna de la más antigua tradición maya, une a las familias en un festín que trasciende el tiempo.

Así, en esta ofrenda de amor y memoria, la fe es el ingrediente principal. Generación tras generación, las familias mexicanas se unen para celebrar y recordar a sus seres queridos, tejiendo un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos, una conexión que nos recuerda la belleza y la eternidad de la vida.

 

Analista turístico y docente en la Escuela Gastronómica de Toledo (España). Con amplia experiencia en temas turísticos colabora como conferencista para universidades e instituciones de República Dominicana, México, Cuba y Honduras.



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