20 Nov William Faulkner y el Mint julep: bourbon, literatura sureña y la novela que influenció a García Márquez
William Faulkner tenia su bebida favorita para escribir: el Mint julep. hielo, bourbon y páginas que ardían mientras Estados Unidos prohibía el alcohol.
No era un bebedor ruidoso, sino un escritor nocturno: alguien que corregía frases imposibles con un vaso al alcance de la mano, hasta el punto de que al día siguiente no siempre recordaba lo que había escrito.
Nunca dejó realmente Mississippi, pero desde allí creó un territorio literario propio —el condado ficticio de Yoknapatawpha— desde donde reinventó la forma de contar el mundo. Sin saberlo, estaba entregándole una brújula a Gabriel García Márquez, quien diría años después: “Faulkner me enseñó que yo también podía contar mi aldea como si fuera el universo.”

William Faulkner
William Faulkner
(Mississippi, 1897 – 1962) Novelista, cuentista, cronista poderoso de la culpa, la decadencia y los fantasmas raciales del Sur de Estados Unidos. Ganó el Premio Nobel de Literatura (1949) sin haber salido casi nunca de su tierra, y escribió algunas de las novelas más desafiantes del siglo XX: El ruido y la furia, Mientras agonizo, Luz de agosto, Santuario.
Su obra exigía un lector activo: narraciones fragmentadas, voces múltiples, tiempos rotos. El mundo interior era más importante que la cronología. La memoria no era lineal: era un derrumbe. Y el lenguaje se volvía la única forma de ordenar el caos.

El Sur como país interior
Faulkner no fue un escritor viajero: fue un escritor encerrado. Mientras otros autores llenaban pasaportes, él inventó un condado entero —Yoknapatawpha County— y lo convirtió en su propio universo narrativo.

Mapa de Yoknapatawpha realizado por William Faulkner.
Ahí viven plantaciones en ruinas, familias derrotadas por su pasado, violencia racial no resuelta, herencias rotas, silencios espesos como humedad de verano.
Su literatura demostró que no hace falta recorrer el mundo para escribir sobre él: basta mirar con profundidad un solo lugar hasta que contiene a todos los demás. Como diría Gabriel García Márquez: “Sin Faulkner, Macondo no existiría.”

William Faulkner con su maquina de escribir
Faulkner y el boom latinoamericano
Antes de Cien años de soledad, antes de Pedro Páramo, antes del realismo mágico, hubo un escritor sureño que enseñó a los latinoamericanos que la literatura podía romper el tiempo, el orden y la sintaxis. Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti e incluso Toni Morrison leyeron a Faulkner como quien lee una llave maestra.
«El ruido y la furia» fue el golpe, Mientras agonizo el método, y «Luz de agosto» la demostración de que una región puede ser un planeta.

«Luz de agosto» de Faulkner, uno de los libros preferidos de Gabo
Obra recomendada: El ruido y la furia («The Sound and the Fury», 1929)
No es una novela fácil, pero sí una de las más decisivas del siglo XX. Narra la decadencia de una familia del sur, los Compson, a través de cuatro voces distintas, donde el tiempo no avanza en línea recta, sino como una memoria que se quiebra.

Portada de «El ruido y la furia» de William Faulkner
El lector entra sin aviso en una conciencia rota —la de Benjy—, y debe reconstruir lo que ocurre casi a oscuras. Faulkner no explica, exige al lector, la novela se lee como quien ensambla las piezas de un espejo roto.
Pero, ¿Por qué es importante? Porque cambió el modo de narrar. Porque hizo posible que la literatura fuera fragmentos, delirio, culpa, flujo mental. Porque abrió una puerta que el boom latinoamericano cruzó sin pedir permiso.
“El pasado no está muerto. Ni siquiera ha pasado.”—Faulkner
La Ley Seca: escribir contra la prohibición

Cuando Faulkner empezó a publicar, Estados Unidos vivía la Prohibición (1920-1933): estaba prohibido fabricar, vender o servir alcohol. Mientras el país fingía sobriedad, se multiplicaron los bares clandestinos, las mafias, la corrupción y el contrabando.
William Faulkner ignoró la ley como ignoraba las convenciones literarias: escribía por las noches con whisky a mano, a veces en soledad, a veces murmurando frases que solo al amanecer parecían tener sentido.
Decía una frase que hoy es casi su epitafio etílico: “No hay tal cosa como el mal whisky.”—Faulkner

Cóctel: Mint Julep (versión original de Faulkner)

La bebida favorita del Faulkner, servida en un vaso old fashioned, pero podría ser en una taza metálica como se lo servía el autor. En su casa de Oxford, Mississippi. se conservan las tazas que utilizaba.
Ingredientes (1 vaso):
- 60 ml de bourbon (marca Old Crow, si quieres ser fiel)
- 1 cucharadita de azúcar
- Hojas de menta fresca
- Hielo picado o en cubos pequeños
Preparación:
- Machaca suavemente la menta con el azúcar en el fondo del vaso o taza.
- Añade el bourbon.
- Llena con hielo picado y remueve lentamente.
- Decora con una ramita de menta que golpeas antes entre tus dedos para despertar su aroma.
Servicio sugerido: vaso old fashioned (el tipico de Whisky) o a la manera de Falkner en unataza metálica. Beber frío.
Brindis
Por los noctambulos.
Por los escritores que no viajaron lejos, pero escribieron para todo el mundo.
Por los libros que nacen de un territorio pequeño y terminan abrazando planetas enteros.
Por quienes encontraron en el alcohol una llave —no un escape.
Sirve un Mint Julep, abre El ruido y la furia y entra sin miedo: no entenderlo del todo también forma parte de la lectura.
¡Salud!
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Redactor. Viajero. Webmaster de la web. Diseñador gráfico y editorial, edición de audio y video. Miembro de ACPI (Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana).




