Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

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Madrid arde en julio. El asfalto, los tejados, el aire: todo hierve bajo el sol de 40 grados. Pero el martes 15, un aguacero cayó sobre la ciudad. No fue de agua, sino de merengue, bachata, fusión, baile, fe y virtuosismo. Juan Luis Guerra y su banda 440 ofrecieron un espectáculo que empapó de alegría a las 16.000 personas que abarrotaron el Movistar Arena. Lo suyo fue mucho más que un concierto: fue una celebración caribeña en medio del verano europeo.

 

Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

 

El reloj marcaba las 21 en punto cuando la banda dominicana Marte o Venus apagó sus guitarras y los focos se reorientaron hacia una figura inconfundible. Juan Luis Guerra, con su boina habitual y un traje azul marino, cruzó el escenario seguido por sus inseparables 440. Apenas pronunció un “¿Cómo está Madrid?”, y ya tenía al público comiendo de su mano. Abrió con Rosalía y encadenó sin pausa La travesía, La llave de mi corazón y Te quiero como yo. Un arranque arrollador que dejó claro que, a sus 68 años, sigue siendo un maestro de la excelencia musical.

 

Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

 

A cada bloque le imprimió un carácter distinto. El primero fue un calentamiento, un saludo festivo. El segundo, más íntimo, arrancó con un piano suave que anunció un popurrí de bachatas románticas que hicieron suspirar y bailar agarrados: Estrellitas y duendes, Muchachita linda, Hormiguita, Bachata en Fukuoka, Que me des tu cariño y claro, la ineludible Burbujas de amor. Las parejas se mecían al ritmo de cada acorde. Algunas se abrazaban, otras se grababan cantando. Todas compartían el mismo hechizo.

 

 

El virtuosismo de los 440

Juan Luis Guerra no necesita artificios. Le basta con su voz limpia, su elegancia natural y el virtuosismo de una banda que es mucho más que acompañamiento. En el tercer bloque, 440 se adueñó del escenario con una muestra de talento instrumental que arrancó ovaciones. Compuesta por grandes músicos como Maridalia Hernández, Roger Zayas, Mariela Mercado, Patricio Boniya, Isidro Bobadilla, la pianista Janina Rosado y Juan de la Cruz. , La gallera —con un solo instrumental magistral— y Como abeja al panal fueron el escenario perfecto para lucir los metales, las congas, las cuerdas y el alma colectiva de una banda que lleva décadas bien afinada.

 

Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

 

El artista nunca ha escondido su espiritualidad que también tuvo su espacio. Antes de cantar No hay nada imposible para ti, Guerra pronunció: “Esta canción se la compuse a mi señor Jesucristo, mi salvador, rey de reyes”. Mientras sonaba la melodía, una lluvia de confeti blanco cayó sobre el público, como una bendición escénica.

 

Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

 

El concierto tuvo forma de viaje: de la nostalgia a la actualidad, del amor a la denuncia. Cuando tocó las canciones de su más reciente álbum Radio Güira —Mambo 23, DJ Bachata 15 y La Noviecita—, lo hizo sin abandonar su estilo, pero con una producción que habla en presente. Luego llegó el bloque más clásico: Visa para un sueño, El precio de la vida —interpretada con megáfono en mano, haciéndole honor a la canción, como una protesta de calle, El farolito y, por supuesto, Ojalá que llueva café que se había convertido en una súplica colectiva.

 

Juan Luis Guerra hizo que lloviera merengue, bachata, gozo y virtuosismo en Madrid

 

Guerra se detuvo unos minutos para agradecer. Miró al público, compuesto por dominicanos, venezolanos, colombianos, puertorriqueños, peruanos, ecuatorianos, argentinos y españoles: “Qué bendición verlos aquí. Gracias por tanto cariño. Sean todos bienvenidos”. Y luego vino una de las piezas más celebradas: Las avispas, ese merengue que mezcla Biblia y tambora que con el tiempo se ha convertido en un himno de fe.

 

Alejandro Sanz, la gran sorpresa de la noche

A pedir su mano y Bachata rosa acercaban el cierre, pero aún quedaba una sorpresa. Cuando todo parecía terminado, el público gritaba por otra más. Y entonces, sin aviso, apareció Alejandro Sanz. El cantante español se unió a Guerra para interpretar Bachata rosa en un dúo inesperado y entrañable. Los dos artistas, abrazados, mezclaron sus voces con suavidad y complicidad.

 

Juan Luis Guerra y Alejandro Sanz

 

La despedida llegó con la eléctrica La bilirrubina. Nadie quería irse. El sudor, el calor, los pies cansados: todo se olvidó mientras la música seguía haciendo de Madrid un rincón de alegría colectiva.

Juan Luis Guerra no ofreció un concierto. Ofreció una ceremonia, un reencuentro, una fiesta sagrada donde se honraron los afectos, la memoria y la esperanza. En tiempos secos, su música volvió a ser lluvia.

 

Juan Luis Guerra y Alejandro Sanz
Juan Luis Guerra y Alejandro Sanz

 

 

Fotografías: Christian HorsProactiv Entertainment

 

 

Nathalia Romero Díaz

Estudié periodismo, pero me interesan muchas otras cosas, por lo tanto, es una de mis tantas facetas. Nací en el Caribe, específicamente en República Dominicana, pero me considero una "antítesis caribeña". Me gusta la música, el arte y la cultura en general. Mi espíritu animal es Anthony Bourdain.



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