15 Ene Sombrero de paja toquilla: ejemplo de la más exquisita artesanía
Ejemplo de la más exquisita artesanía
Pocos complementos aportan tanta personalidad como “el sombrero de paja toquilla”, al que también se le conoce como “sombrero panamá”, es un tradicional sombrero con ala de Ecuador, reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterialde la Humanidad, por su técnica de elaboración artesanal, transmitida de generación en generación.
Importantes personalidades en distintos ámbitos y épocas lucieron este accesorio en varias ocasiones: Ernest Hemingway,Gabriel García Márquez, Sean Connery y Winston Churchill.
En la actualidad, celebridades como Madonna, Johnny Depp, Pierce Brosnan, Brad Pitt y el príncipe Carlos de Inglaterra complementan sus outfits de verano con un sombrero de paja de toquilla, demostrando que es una prenda atemporal que no pasa de moda.
Algo realmente curioso es que su origen no es Panamá, como hace suponer el nombre por el que se le conoce popularmente, sino Ecuador.
Así que la denominación correcta debería de ser “sombrero Ecuador”.
UN SOMBRERO POPULARIZADO POR FAMOSOS
Sean Connery luce un sombrero de paja toquilla
Importantes personalidades en distintos ámbitos y épocas lucieron sombreros en varias ocasiones: Ernest Hemingway, Gabriel García Márquez, Sean Connery y Winston Churchill.
También en muchos clásicos del séptimo arte podemos apreciar distintos modelos de este legendario sombrero, que han sido inmortalizados gracias a iconos de la talla de Gatsby o el macabro Hannibal Lecter, interpretados por Robert Redford y Anthony Hopkins, respectivamente.
En la actualidad, celebridades como Madonna, Johnny Depp, Pierce Brosnan, Brad Pitt y el príncipe Carlos de Inglaterra complementan sus outfits de verano con un «Panamá Hat», demostrando que es una prenda atemporal que no pasa de moda.
UN ACCESORIO CON MUCHA HISTORIA
Más allá del glamour del cine y los editoriales de moda, este icónico sombrero tiene una historia apasionante con la que he quedado fascinada y que merece ser conocida.
Algo realmente curioso es que su origen no es Panamá, como hace suponer su nombre, sino Ecuador. Así que la denominación correcta debería de ser “sombrero Ecuador”
Winston Churchill y Theodore Roosevelt que viste un sombrero de paja toquilla, uno de los posibles origenes del nombre «sombrero Panamá».
Sobre la razón por la que empezó a llamársele erróneamente así, se dice que fue a partir de una visita que hiciera en 1906 el presidente de EE. UU, Theodore Roosevelt al Canal de Panamá. El mandatario fue fotografiado luciendo el emblemático sombrero y la prensa internacional lo nombró “Panamá hat”.
Aunque esa es la versión más popular, historiadores y expertos en moda aseguran que ya se le llamaba así desde mucho antes, cuando el comerciante Manuel Alfaro empezó a venderlos en Panamá y exportarlos desde allí a Estados Unidos, aprovechando la fiebre del oro de California.
Así inició el gran boom del sombrero Jipijapa, como también se le llama. Fue tanta la aceptación que en 1854 su exportación superó a la del cacao y en 1855 fue promocionado en la Exposición Mundial de París en donde el mismísimo Napoleón III lució un modelo que recibió como obsequio.
ORGULLO DE LA ARTESANÍA ECUATORIANA
Como es de esperar, los ecuatorianos no llaman a sus sombreros “Panamá”, sino “sombreros de paja toquilla” o “Jipijapa”, refiriéndose a la planta con la que los elaboran desde hace siglos, siguiendo una esmerada técnica de tejido que ha pasado de generación en generación.
Un auténtico sombrero Jiijapa de la más alta calidad puede llegar a costar miles de dólares, y aunque de primeras puede parecer algo exagerado y absurdo, basta con conocer las fases de elaboración para entenderlo.
Cuenca y Montecristi, son las dos ciudades en las que mayormente se elaboran los sombreros Jipijapa. En la primera es donde se producen y exportan en mayor cantidad, mientras que en Montecristi apenas se elaboran unos cuantos al año, debido a la excepcional calidad de sus ejemplares que incluso cuentan condenominación de origen.
Con este anonimato decidió romper Domingo Carranza, un tejedor originario de la humilde aldea de Pile, en la ciudad de Montecristi. Luego de que una de sus piezas fue exhibida en el MOMA de Nueva York, se dio cuenta de su gran valor y decidió emprender junto a su familia la aventura de comercializarlas de manera directa, sin intermediarios.
Para poder competir con condiciones más favorables, Carranza ha instalado su centro logístico en Galicia, donde recibe los sombreros para exportarlos desde allí a todo el mundo.
UNA ESMERADA CONFECCIÓN QUE PUEDE LLEVAR MESES
Elaboración de un sombrero de paja toquilla
Un auténtico sombrero de la más alta calidad puede llegar a costar miles de dólares, y aunque de primeras puede parecer algo exagerado y absurdo, basta con conocer las fases de elaboración para entenderlo.
El primer paso consiste en recoger los tallos de la planta para obtener la paja. Luego de recogerlos, se separa la fibra de la corteza verde y se hierve para eliminar la clorofila. A continuación, la fibra se seca con azufre para blanquearla y así dejarla lista para las habilidosas manos de los tejedores, quienes pueden tardar desde unos días hasta incluso ocho meses elaborando un solo sombrero.
El trabajo de los tejedores concluye con el “remate”, un entrelazado especial que se realiza en el filo del tejido, quedando sueltas largas hebras de paja alrededor del ala.
Pero la confección de los sombreros no termina ahí, en esa etapa son diamantes en bruto que requieren una buena terminación.
Para esto deben de pasar por las manos de varios artesanos especializados en cada uno de los procesos posteriores, empezando por el “azocado”, que consiste en apretar el remate para evitar que el tejido se deshaga.
A continuación, se corta el exceso de paja, se lavan y secan al sol. Se llevan al horno para teñirlos con vapor de azufre, luego se golpean con un mazo de madera para suavizar el tejido y a continuación se moldea gradualmente el ala usando una plancha antigua.
En ese punto el sombrero está listo para pasar a la última fase de “bloqueo” que consiste en darle forma manualmente definiendo su modelo, que puede ser desde un Fedora Clásico, un Gatsby o un Habana, hasta un Óptimo o un Monte Carlo.
El bloqueo puede parecer sencillo, después de conocer todos los pasos anteriores, pero en realidad es un proceso complejo. Todo un arte que solo dominan unos cuantos sombrereros, como el tejedor ecuatoriano Domingo Carranza, el renombrado estadounidense Brent Black o los artesanos de la famosa marca británica Lock & Co o de las firmas ecuatorianas Homero Ortega y Serrano Hat.
OBRAS DE ARTE REALIZADAS POR ARTESANOS ANÓNIMOS
Orgullo de la artesanía ecuatoriana: sombrero de paja toquilla
Los sombreros de Montecristi son vendidos por miles de dólares en tiendas de lujo en todo el mundo, bajo diferentes marcas. Pero nadie llega a conocer los nombres de los artesanos que elaboran estas valiosas piezas.
Con este anonimato decidió romper Domingo Carranza, un tejedor originario de la humilde aldea de Pile, en la ciudad de Montecristi.
Luego de que una de sus piezas fue exhibida en el MOMA de Nueva York, se dio cuenta de su gran valor y decidió emprender junto a su familia la aventura de comercializarlas de manera directa, sin intermediarios.
Para poder competir con condiciones más favorables, Carranza ha instalado su centro logístico en Galicia, donde recibe los sombreros para exportarlos desde allí a todo el mundo.
UN ARTE QUE LUCHA POR SOBREVIVIR
Modelo posa con un sombrero de paja toquilla
La amenaza de extinción de este arte es lo que motivó al estadounidense Brent Black a querer conocer en persona el proceso de elaboración. Black quedó completamente flechado, lo que le llevó a incursionar en el negocio, con el propósito de mantener viva la industria artesanal de los sombreros de Montecristi, ofreciendo mejores salarios a los artesanos y ayudando a la comunidad.
Pile es la pequeña aldea en donde se encuentran los mejores tejedores y donde Black busca a los artesanos que confeccionan sus sombreros, como Simón Espinal, considerado uno de los mejores tejedores de sombreros del mundo.
Sus creaciones se han vendido hasta por 25,0000 dólares, ya que sus tejidos pueden llegar a tener más de 600 fibras por centímetro cuadrado. El sueño de Brent Black es que las generaciones venideras vean en Simón Espinal y otros destacados artesanos…
DESDE PRECIOS PROHIBITIVOS A VERSIONES LOWCOST
Museo del Sombrero de paja toquilla
El precio de este distintivo sombrero se determina por la finura y uniformidad del tejido, así como por la calidad del acabado.
Cuanto más fino el tejido mayor es el tiempo de confección y por tanto más elevado el precio. Los modelos más baratos cuestan en promedio entre 200 a 400 dólares. También se puede conseguir ejemplares artesanales por unos 100 dólares y hasta menos, pero de un tejido desigual hecho en pocos días, blanqueados con peróxido y con un acabado apresurado. En cambio, las piezas hechas en Montecristi, tardan varios meses en confeccionarse, logrando un tejido tan fino que imita la seda. Normalmente cuestan entre 600 a 4,500 dólares, aunque los ejemplares más exclusivos oscilan entre 5,000 hasta incluso 25,000 dólares.
Así que, si has comprado un ejemplar de este distintivo sombrero por menos de 50 dólares, ya debes imaginarte que no es más que una imitación. Los auténticos sombreros ecuatorianos de paja toquilla no son tan fáciles de encontrar. Para adquirirlos por internet, lo más confiable es hacerlo en la web de alguna marca certificada como las mencionadas anteriormente. En España, la sombrerería Mil, en Barcelona y Casa Yusta, en Madrid, son de las pocas que venden ejemplares originales.
Por Selenia Suriel Núñez
Fotografías: Museo del sombreros de paja toquilla, Cortesia de Domingo Carranza, Panamá Hat