
01 Oct Con aroma de café: Strad Espresso Maker, del Caribe al corazón de Barcelona
La historia de la primera cafetera sostenible, sin cables y de código abierto registrada en España y diseñada por un dominicano.
¿Y si el café no solo se bebiera, sino que también se pensara, se dibujara y se reinventara desde la memoria? Eso fue lo que hizo Matías Iturbides, un dominicano afincado en Barcelona que convirtió su pasión por el espresso en una obra de diseño: la primera cafetera de palanca, totalmente manual y no eléctrica, fabricada en España. Una pieza que no solo prepara café, sino que cuenta una historia de migración, ingenio y pertenencia.
Periodista, desarrollador web, autodidacta y curioso por naturaleza, Iturbides llegó a Barcelona hace más de veinte años para explorar otros mundos. En su casa materna del Caribe, el café siempre marcaba el inicio del día: el aroma, el hervor y las tazas compartidas eran parte de la memoria afectiva.
En 2006 adquirió su primera cafetera de palanca en España; buscaba recrear la mística y ritual del café que vivió en su infancia. Le siguieron otras, pero ninguna lo convencía: “Algunas eran frágiles, otras difíciles de usar y muchas tenían piezas propietarias imposibles de sustituir”, comenta. De esa frustración nació una obsesión: “crear la cafetera perfecta”: la Strad Espresso Maker
En 2024 desempolvó bocetos guardados por más de una década. Aprendió a manejar FreeCAD, diseñó modelos, los perfeccionó y, con ayuda de un ingeniero jubilado, construyó un prototipo. El primer café que extrajo con su máquina fue, asegura, “uno de los mejores de su vida”.
Aunque Cataluña es hoy su hogar, el Caribe late en su manera de crear: la improvisación, la estética sencilla y la búsqueda de utilidad y belleza son marcas de identidad. “Las raíces no se llevan solo en la piel o en el acento, se notan en cómo resolvemos, en cómo conectamos con lo esencial”, afirma.
Hoy, entre correos, pedidos y fabricación de nuevas unidades, Matías sueña con ver la Strad en manos de jóvenes baristas de Santo Domingo, Bogotá o Ciudad de México. No como un objeto de lujo, sino como una herramienta que conecta y celebra el buen café latinoamericano.
Una marca con alma
Lo que empezó como una necesidad personal se transformó en empresa: Strad Espresso Maker, SL. El nombre resume sus valores: Standard y Traditional. Una cafetera con piezas estándar, fácil de reparar y diseñada para replicar el flujo de trabajo de un barista tradicional.
La Strad no tiene pantallas ni botones. Tampoco cables ni enchufes. Es pura mecánica, minimalismo estético y funcionalidad. Su mayor virtud: devolver el control al usuario, que se convierte en protagonista de un ritual consciente, pausado y artesanal.
A diferencia de otras cafeteras, integra un sensor de presión y una báscula con Bluetooth conectada a la app Coffee Flow, que permite analizar en tiempo real la extracción del espresso. Esta herramienta, habitual entre baristas profesionales, facilita replicar con precisión una taza perfecta, casi como clonar un instante.
Fabricada íntegramente en Barcelona, con materiales locales y técnicas de mecanizado de alta precisión, la Strad se ha convertido en objeto de deseo. Su debut en Coffee Fest Madrid atrajo miradas y generó tanto interés que ya se organizan talleres de extracción manual en Alicante y Bilbao. El siguiente paso: la apertura del primer bar que funcionará exclusivamente con cafeteras Strad.
Sin embargo, Matías insiste: no es un producto de lujo, sino una experiencia. Una forma de hacer las cosas con intención. Su diseño limpio y su estructura abierta, bajo licencia Creative Commons, lo confirman. Cualquiera con acceso a un CNC puede replicarla o adaptarla: un acto de innovación técnica, pero también de memoria y reivindicación cultural.
La Strad Espresso Maker es, en esencia, un puente. Une al Caribe con Cataluña; la tradición con la innovación; el ritual con la tecnología. Y, sobre todo, recuerda que el café no es solo una bebida: es un lenguaje universal de encuentro y pertenencia.
Fotografías: Cortesia de Matías Iturbides