11 Dic Jack Kerouac y el cóctel Margarita: beber el camino, escribir la frontera
Hay escritores que nacen para los salones literarios, para los homenajes, para las vitrinas de museo. Y luego está Jack Kerouac, que nació para huir de todo eso.
No escribía desde un escritorio victoriano, sino desde el asiento de un coche, desde una estación de autobuses, desde un bar mexicano a las tres de la mañana. Su literatura no camina: se acelera. No reflexiona: arde. No ordena la vida: la revienta.
Por eso la bebida que lo acompaña no podía ser un whisky solemne ni un cóctel francés de nombre impronunciable. Jack Kerouac bebía Margaritas: fuertes, brillantes, saladas, libres. Bebía como viajaba y como escribía: sin permiso.

Jack Kerouac: escribir como quien hace autoestop
Jack Kerouac (1922–1969), estadounidense hijo de inmigrantes franco-canadienses, fue el gran cronista de la Generación Beat: el movimiento que incendió la comodidad norteamericana de los años 50 con jazz, sexo, carretera, espiritualidad y literatura sin filtro.
No quería novelas perfectas ni frases pulidas: quería verdad. Escribía en rollos infinitos de papel para no frenar el impulso. Tocaba la lengua como un saxofonista toca el jazz: improvisando, respirando, quebrando el compás.
En el camino (On the road, 1957) no es solo su obra más famosa: es el diario sagrado de quienes creyeron que viajar podía ser una forma de resistencia. México, Nueva Orleans, Nueva York, San Francisco, la frontera, los trenes, la noche, las conversaciones interminables: todo mayór que cualquier argumento.
Jack Kerouac bebió mucho —hasta destruirse—, pero también buscó algo que la bebida no le daba: claridad, iluminación, un instante de paz tras toda la velocidad.
Como él mismo escribió: “No lloro porque esté cansado, lloro porque ya no sé dónde termina el camino y dónde empiezo yo.”

México, tequila y el cóctel Margarita
Kerouac pasó temporadas en Ciudad de México, donde escribió, bebió y se perdió con sus amigos Allen Ginsberg y William Burroughs.
Allí probó su cóctel favorito: el Margarita, mezcla perfecta entre lo ácido y lo libre, lo dulce y lo peligroso.
Era una bebida barata, democrática, sin pretensión. Tequila, limón, sal… y una sensación de que la noche podía durar para siempre. No era un cóctel de lujo: era el combustible de los desobedientes.
En sus cartas lo menciona varias veces como “la bebida que te abre la noche sin pedirte un traje para entrar”. Si el Martini es Manhattan, la Margarita es la frontera: el trago que no te adorna, sino que te lanza.

Jack Kerouac junto a Neal Cassady, el gran heroe de En el camino.
Libro recomendado “En el camino” (“On the road”, 1957)
La novela que encendió la contracultura del siglo XX. En el camino no solo cambió la literatura de viaje: cambió la idea misma de libertad. Escrito en un estallido frenético sobre un rollo continuo de papel, el libro narra los viajes reales de Kerouac y su amigo Neal Cassady —rebautizado como Dean Moriarty— a través de Estados Unidos y México, en busca de algo que el sistema no podía ofrecer: intensidad, verdad, vida sin filtros.

Su prosa nace del jazz, de la velocidad, de la improvisación: no se lee, se oye. No es una novela con trama convencional, sino una corriente de energía que marcó a generaciones de músicos, poetas, hippies, cineastas y gente que dejó todo para irse a la carretera con un cuaderno y un mapa.
En el camino fue el detonante literario de la Generación Beat y el punto de partida de la cultura juvenil rebelde que vendría después: el rock, el viaje psicodélico, el cuestionamiento del sueño americano, el derecho a vivir al margen.
Si alguna vez sentiste que la vida te pedía más de lo que el mundo ofrecía, este libro es tu pasaporte.

El cóctel Margarita

Ingredientes
- 50 ml de tequila blanco
- 25 ml de Cointreau o triple sec
- 25 ml de zumo de lima recién exprimido
- Hielo
- Sal para el borde
- Rodaja de lima para decorar
Preparación
- Escarchar el borde de la copa Margarita con sal.
- Agitar tequila + Cointreau + lima con hielo.
- Servir colado en copa fría.
- Decorar con una rodaja de lima.
Sabor
Ácido como el amanecer después de una mala decisión.
Fresco como un cambio de ruta.
Fuerte como una frase que no pide disculpas.
Brindis
Brindemos como Kerouac habría querido: sin planes, sin mapas y con la sal en los labios.
Por los que aún creen que la vida empieza cuando el motor arranca y la noche no se explica.
Que nunca falte carretera, ni tequila, ni un amigo que pregunte: “¿y si seguimos hasta el amanecer?”
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Redactor. Viajero. Webmaster de la web. Diseñador gráfico y editorial, edición de audio y video. Miembro de ACPI (Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana).










