22 Jul Colores del barrio: Angurria y el muralismo que eleva lo cotidiano
Tiempo de lectura estimado: 3 minutosCuando caminas por Santo Domingo y te topas con una pared intervenida por Nestor García Mejor conocido como Angurria, es difícil no detenerse. Sus murales son ventanas al alma urbana dominicana, donde la estética popular, el orgullo afrocaribeño y la nostalgia por lo cotidiano conviven en una explosión de color. Con una carrera que ha cruzado fronteras y muros, Angurria no solo pinta: documenta, honra y transforma los símbolos de la cultura dominicana.
El arte como espejo del barrio
Omar “Angurria” Garcia es más que un muralista. Es diseñador gráfico, ilustrador, y una figura clave en el arte urbano caribeño. Nacido y criado en Santo Domingo, su obra es un homenaje constante al entorno que lo formó: las calles del barrio, el colmando, los rulos de la vecina, la arquitectura que se cae a pedazos pero no pierde alma.
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La estética de Angurria se reconoce de inmediato por su mezcla entre el arte digital, la gráfica publicitaria dominicana de los años 70 y 80, y el respeto profundo por las raíces afrodescendientes. Una de sus musas principales ha sido la figura femenina dominicana, especialmente aquellas con rolos o tubos en la cabeza, una imagen que él convierte en símbolo de poder y belleza cotidiana.
“Esos rolos me recuerdan a mi mamá, a mis tías, a las vecinas… Son parte de lo que soy. Quería ponerlos en el centro, que se vieran grandes y hermosos”, declaró el artista en una entrevista para Diario Libre.
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De las calles al mundo
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Aunque Angurria comenzó su carrera como diseñador gráfico y creativo publicitario —incluso trabajado con marcas internacionales como HBO MAX y MLB—, su verdadero lenguaje artístico lo encontró en el muralismo. Rápidamente Angurria se ganó la admiración del público, llevando sus murales a eventos locales e internacionales como: Pow! Wow! Worcester y Beyond Walls, Massachusetts; Provocadores del Caribe, Republica Dominicana; Fiesta de Colores en Portoviejo, Ecuador; Somerville Arts Council, Massachusetts; entre otros.
Una de sus series más emblemáticas son los murales “Doña Patria”, pintado en fachadas por todo el mundo. La obra retrata a una mujer dominicana con tubos en la cabeza, mirada desafiante y fondo colorido, que se ha convertido en ícono de su portafolio.
Desde Santo Domingo hasta, Massachusetts, pasando por Jamaica, Puerto Rico y Brasil, Doña Patria representa a la mujer afrocaribeña en su cotidianidad, elevada a ícono público. En cada muro, su presencia impone respeto y ternura a la vez con esas características propias que solo conocen los amantes a su cultura. La serie no busca embellecer por embellecer, sino visibilizar una identidad a menudo ignorada por el arte formal y convertirla en protagonista.
Angurria ha llevado su arte más allá de los muros. En 2023 colaboró con Chivas Regal en la colección de edición limitada, compuesta por prendas de ropa con ilustraciones que celebran la cultura urbana dominicana. Además ofrece piezas para la diáspora dominicana a través de su propia tienda en línea, integrando elementos icónicos referenciando su cultura en camisetas y accesorios. Con cada colaboración, Angurria convierte lo cotidiano en símbolo, permitiendo que su arte se lleve como una declaración de identidad y orgullo cultural.
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Un artista que rescata la identidad
Para Angurria, pintar es una forma de resistir y preservar la memoria colectiva. En sus obras no hay filtros, pero sí respeto. Se percibe un profundo orgullo por lo local, por lo que muchas veces ha sido minimizado o visto como «poco artístico». En ese sentido, su arte conversa con una corriente cada vez más visible: las estéticas populares como expresiones legítimas de cultura.
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Pintar como forma de pertenecer
Detrás de cada color, línea, forma y trazo hay una historia. Su arte no busca impresionar ni reclamar, sino mostrar lo que es: orgullo, memoria e identidad. Es un arte que habla de lo cotidiano, de lo cercano, de lo que muchas veces pasa desapercibido, pero que forma parte esencial de cultura.
Con cada mural, Angurria convierte una pared común en un espacio lleno de vida. Ha convertido las calles en museos abiertos, accesibles para todos. Y con ese gesto tan simple como poderoso, logra que aunque sea por un momento, nos sintamos parte de algo: que nos reconozcamos, y sobre todo que nos celebremos. Porque lo que está pintado no es solo arte, es la identidad real de un pueblo.
Fotografías: Cortesía del artista Angurria, e Instagram

José Eduardo Yánez Silverio
Estudiante de término de Comunicación Audiovisual en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra , República Dominicana. Cuenta con experiencia en la redacción comunicacional, diseño gráfico, y le encanta el diseño editorial.



